Ir al contenido principal

Vendedores ambulantes (I). El vendedor de pócimas...

Ayer a la noche, luego del laburo, regresaba a casa en el tren. Estaba cansado pero, por suerte, pude conseguir asiento. De pronto, en Plaza Constitución subió uno de los tantos vendedores que nos ofrece -a grito pelado- los más variopintos productos (cds, chips para celulares, tijeras, agujas, etc) para la cartera de la dama o el bolsillo del caballero. Alimentos, para los espíritus hámbrientos...y bebidas, para los sedientos (la cerveza -aunque prohibida- sale como agua).

No voy a ahondar en este momento en el orígen de los productos y, mucho menos, en la falta de las condiciones de higiene para los alimentos. Todo está a la vista. Nada está oculto. Y seguramente la gran mayoría de los muchos vendedores están ahi para sobrevivir, para llevar el mango a su casa. Otra es la cuestión de los que no están a la vista, los que manejan el negocio y seguramente de los proveedores.... Pero tampoco me voy a meter en un área que no me corresponde.

No se si coinciden conmigo que hay vendedores y vendedores. Algunos son muy molestos y a puro grito ofrecen su artículo y ya. Y otros, generalmente en los colectivos, hacen de la venta en la "vía móvil" un arte. Éstos últimos son capaces de venderte tijeritas chinas como si estuvieran ofreciéndote un producto de tecnología revolucionaria. Y muchas veces, creo yo, que uno les compra no necesariamente porque te sirva lo que te vende sino porque, inconscientemente, le agradecés de este modo lo entretenido que estuviste mientras duró su alocución. Un verdadero vendedor.

Ésta vez, nuestro amigo ambulante ofrecía su producto como si de una pócima mágica se tratara: la "pomadita china", traída especialmente por él mismo "del barrio de los chinos (?)".

Pero ¡ojo!, no era cualquier pomadita...era "la original". La que, según nuestro vendedor ( y no leía prospecto alguno sino que lo sabía de memoria), calmaba toda clase de dolores (anoten):

* dolor de cintura, de cuello, de espalda, de rodilla, de tobillo, dolores de talón...y la lista seguía.
* golpes, torceduras, esguinces, para picaduras de bichos colorados, mosquitos, quemaduras

* dolor de cabeza, dolor de muela, artritis, lumbago... y aquí, agarrense los dotores y laboratorios, porque también es un remedio para la TORTOCOLIS (sic). Si, si, escuchó bien: Tortócolis, y lo repitió varias veces. Dudé: o lo dijo en inglés, que no creo, ¿ o se refería a la "tortícolis"?. Que se yo, quizás la "tortocolis" sea una variante más grave que la la primera. Vaya uno a saber.

Pero...¡como si esto fuera poco!, también nos ofreció otro producto 100 % "natural", con otra introducción ( a manera de explicación para los neófitos) diciendo algo asi como:

"....Para las personas que no la conocen es un bicho largo asi (haciendo gesto con sus brazos), con una cola laaarga...en el campo seguramente la conocen: La iguana. Porque seguramente hay gente que la conocen y otros que no la conocen..."
Abreviando, ¿era uno de estos bichos lo que nos quería vender?...no, no, tranquilos. Todavía no he visto en el tren vendedores de animales...(por ahora) aunque muchas veces los pasajeros parecemos ganado por como viajamos, y también -hay que decirlo- muchos se comportan como tal cuando el tren llega con el solo hecho de conseguir un asiento. El producto para aprovechar, señora, señor, distinguido pasajero era "la grasa de iguana" , producto 100 % natural, según él (y es palabra santa!) que, para ser más breve, sirve para lo mismo que la pomadita china.

Ah!...¡y todo por una bicoca!..$ 2 (do peso) la pomadita china. Y 5 mangos la grasa del bicho....perdón, de la iguana, que se vende en su envase original de 30 gramos.

¿Para aprovechar, no?. Deme dos.

Nota: Tanta gracia me causó su speech que cuando se estaba yendo de mi vagón, me levanté -¡resignando mi valioso asiento!- y me fuí a grabarlo en audio al vagón siguiente. Y todo para que ustedes lo puedan escuchar...pero todavía no pude subir el archivito al blog. ¿Algún vendedor me puede orientar?. Gracias.

¿Vendedores ambulantes?...no, no, no...¡de ilusiones! (Foto Diario La Nación)

Comentarios

CATRAKA ha dicho que…
Me quedo con el verso del vendedor de pomadas y no con el de los de la foto..el primero no le hace mal a nadie... el segundo mata.
La que te re mil ha dicho que…
jugarse es GRATIS

vení, vení, vení jugate YA.

Entradas populares de este blog

(Burzaco) Rotonda "El Vapor": De nombres, palmeras y helicópteros.

¿ Sabía usted por qué le dicen "El Vapor"?. La licenciada Silvana Rodriguez (citada también en otras entradas anteriores ) nos trae la respuesta: El cruce de las actuales Avenidas Espora y Moteverde, conocido como “Rotonda El Vapor”, tiene una historia interesante. Este cruce es conocido desde principios del siglo XIX, ya que se trata de los caminos más antiguos que tenemos. En ese entonces una de las industrias más importantes eran las graserías, donde se manofacturaba parte del ganado que se carneaba en las estancias mucho más al sur; estas graserías eran conocidas como “vapores”, por las emanaciones de sus chimeneas. Así a principios de 1800 una grasería se instala en las inmediaciones de este cruce y con el tiempo se empezó a conocer como cruce del “vapor”, actualmente “Rotonda El Vapor”. A principios del siglo XX se confunde este nombre, la grasería ya no existía, con El Vapor de la Carrera, barco que cruzaba el Río de la Plata uniendo la ciudad de Buenos Aires con Colo

De golosinas y kioscos de nuestra infancia. Con nostalgia y un poco de humor (Parte I).

Si hay algo que uno recuerda con cierta añoranza son los kioscos de nuestra infancia. Aquellos lugares especiales donde uno entraba, y deseaba todo lo que en él había. Lógicamente del deseo al hecho había mucho trecho…Y eso estaba directamente relacionado a la posibilidad –generalmente económica- de compra de nuestros padres; algo que uno de niño no entendía, pero la vida te lo va enseñando a la fuerza… Por lo cual había golosinas que se convertían en deseos permanentes y hasta, a veces, incumplidos. ¿Quién no se ha sacado el gusto, ya de grande, de probar esa golosina de la que fuimos privados en nuestra infancia?, los motivos podían ser muchos, pero generalmente prevalecían dos: porque nos podían hacer mal o porque era cara. A veces la primera servía de excusa para no amargarnos con la segunda. Pero de adultos, al re-descubrir esa golosina en el kiosco, no podemos excusarnos y concretamos ese viejo anhelo. Pequeños placeres, que le llaman. Y si hay algo que podemos afirmar es que,

Mis vecinos están de fiesta...

Y cuando ellos festejan algo, sabemos muy bien lo que va a pasar. De hecho, está pasando en este preciso momento; en la casa contigua. Sus vecinos, o sea nosotros y, me arriesgaría a decir toda la manzana, estamos escuchando su música a todo volumen. Y para colmo de males… cumbia. Cumbia y gritos. Porque también acostumbran acompañar la “melodía” con gritos, gritos de alcohol, supongo. De cerveza o vino, da igual. Acaban de escucharse dos alaridos seguidos. Y los enganchados de cumbia que no paran ni un minuto…este ritmo tan pegadizo…porque te pega en el marote como un martillo. Digo, me pregunto, ¿ por qué no se quedará afónico mi vecino? Corrección, ¿por qué no se quedará afónico mi vecino y el que lo acompaña en su grito?, hacen un duo. Dos, a falta de uno. Pero esto recién empieza. Este coctel explosivo (para las cabezas de sus vecinos) de cumbia, gritos y vaya a saber que más durará toda la noche. Hasta las 8 am aproximadamente. Si, si….son de larga duración. Y al final vendrá la