Fuente del artículo: Diario Crítica de la Argentina
Pasado mañana, sabemos, con sólo cuatro meses de apuro, llegan las elecciones. Es difícil hablar de unas elecciones que nunca tuvieron mucho que decir, y sobre las que ya parece todo dicho. Es difícil, hoy, aquí, hablar de otra cosa.
Karl Krauss fue un gran periodista y ensayista austríaco que publicó solo, durante décadas, una revista que todavía se cita: Die Fäckel, La Antorcha. Había escrito casi todo sobre casi todo; por eso cuando, en 1934, dijo que “sobre Hitler no se me ocurre nada”, la frase fue un pequeño tratado sobre la inmensidad del horror. A mí sobre estas elecciones no se me ocurre nada por razones opuestas: la campaña de sus actores –actores– principales termina como empezó: manteniéndose a prudente distancia de cualquier cosa que se parezca, así sea por error, a una idea.
Salvo algún caso, como el del Proyecto Sur, cuyo avance –ya lo dije– me alegra, y más en la medida en que es el resultado de un esfuerzo hecho sin dinero por gente convencida que quiere participar, hacer política –y que sus votantes serán, dicen, mayoría de jóvenes. Lo cual hace que la doctora Carrió se sienta amenazada y se lance a una defensa corporativa de la clase política: “La reconstrucción no es tarea de improvisados”, dijo ayer para descalificar a Solanas –como si alguien reconociera en los políticos algún saber exclusivo deseable, como si cualquier ciudadano no tuviera derecho a proponer ideas y pedir que las voten. Y parece que, gracias al susto, notó, tarde pero seguro, que mucha gente tiene hacia Prat Gay –dijo– “un prejuicio de clase”: la sospecha paranoica de que un “hijo de familia”, ex alumno de Cardinal Newman y profesor de la Católica, ex ejecutivo de la banca Morgan, no va a defender los intereses de los pobres. (El Cardinal Newman, a propósito, colegio religioso y muy british y tan pero tan paquete, che, es un boom. Las tres estrellas de la derecha boquipapa son sus ex alumnos: el citado Prat, el recitado Macri, el incitado De Narváez.)
Para seguir leyendo:
http://criticadigital.com/impresa/index.php?secc=nota&nid=26542
Pasado mañana, sabemos, con sólo cuatro meses de apuro, llegan las elecciones. Es difícil hablar de unas elecciones que nunca tuvieron mucho que decir, y sobre las que ya parece todo dicho. Es difícil, hoy, aquí, hablar de otra cosa.
Karl Krauss fue un gran periodista y ensayista austríaco que publicó solo, durante décadas, una revista que todavía se cita: Die Fäckel, La Antorcha. Había escrito casi todo sobre casi todo; por eso cuando, en 1934, dijo que “sobre Hitler no se me ocurre nada”, la frase fue un pequeño tratado sobre la inmensidad del horror. A mí sobre estas elecciones no se me ocurre nada por razones opuestas: la campaña de sus actores –actores– principales termina como empezó: manteniéndose a prudente distancia de cualquier cosa que se parezca, así sea por error, a una idea.
Salvo algún caso, como el del Proyecto Sur, cuyo avance –ya lo dije– me alegra, y más en la medida en que es el resultado de un esfuerzo hecho sin dinero por gente convencida que quiere participar, hacer política –y que sus votantes serán, dicen, mayoría de jóvenes. Lo cual hace que la doctora Carrió se sienta amenazada y se lance a una defensa corporativa de la clase política: “La reconstrucción no es tarea de improvisados”, dijo ayer para descalificar a Solanas –como si alguien reconociera en los políticos algún saber exclusivo deseable, como si cualquier ciudadano no tuviera derecho a proponer ideas y pedir que las voten. Y parece que, gracias al susto, notó, tarde pero seguro, que mucha gente tiene hacia Prat Gay –dijo– “un prejuicio de clase”: la sospecha paranoica de que un “hijo de familia”, ex alumno de Cardinal Newman y profesor de la Católica, ex ejecutivo de la banca Morgan, no va a defender los intereses de los pobres. (El Cardinal Newman, a propósito, colegio religioso y muy british y tan pero tan paquete, che, es un boom. Las tres estrellas de la derecha boquipapa son sus ex alumnos: el citado Prat, el recitado Macri, el incitado De Narváez.)
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