Ir al contenido principal

Volvamos al tren...y lo que pasó recientemente

Muchas veces, acostumbramos a escuchar de parte de los concesionarios de trenes (generalmente por boca de sus inmutables voceros, claro) una serie de excusas y explicaciones con las que intentan justificar las demoras en los servicios o la cancelación de los mismos. Jamás reconocerán que se viaja pésimo…Noooo, qué va!…-habrá algunos problemas que se subsanarán en un futuro cercano pero decir que se viaja pésimo es exagerar- estamos harto de escuchar más de una vez declaraciones más o menos parecidas a este descargo. Y bueno, tienen a quién imitar: ¡si el Gobierno dice que no hay crisis energética!.

Pero, claro, cuando ocurre la violencia, cuando se desata el descontrol y los hechos pasan a ser la noticia del día: ahí, recién ahí, hablan y toman medidas ( aunque a veces, ni eso). ¿Y los que debían controlar y denunciar?...bien, gracias. Hoy lo estamos viviendo nuevamente en el fútbol. Todos se llenan la boca pero nadie hace algo para evitarlo. ¿O acaso les conviene?.

No me quiero ir por otro “ramal” porque no era la intención en estas líneas volcar un descargo ante la violencia y el descontrol que diariamente observamos en muchos ámbitos de la vida cotidiana. Pero tiempo habrá.

Convengamos que toda vez que el tren no funciona por un “accidente fatal” es, quizás por lo penoso, el motivo más tolerable.

Da bronca, lógico, pero inmediatamente uno se resigna diciendo ¿Qué culpa tiene la empresa que una persona haya decidido quitarse la vida arrojándose al paso de la formación?. Además, la concesionaria no puede retomar el servicio de forma rápida porque hay que cumplir ciertos requisitos legales que llevan su tiempo.

Recuerdo que hace unos años iba junto a mi esposa a Mar del Plata en el tren que partía un viernes a las 23.30 horas desde Plaza Constitución y, a la altura de Brandsen, una persona se arrojó a la vía. Era casi la madrugada. Hacía frío y no había calefacción. Había que aguardar a que llegara un juez desde La Plata. Imagínense, un sábado y a la madrugada. Cinco horas debimos esperar para retomar la marcha. El tren debía llegar a destino a las 5.30 de la mañana y lo hicimos a las 11.00 aproximadamente. El manejo de este servicio estaba (y lo sigue estando hasta el momento) en manos de Ferrobaires, es decir, del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Bueno, todos los veranos escuchamos los problemas que aquejan a los usuarios del mismo. ¿Hacen algo para mejorarlo?...no alcanza con limpiarlos un poco y lavarle la cara, ¿renovaron algo de los trenes?. Sabemos la respuesta.

Pero acotemos también que últimamente, incluso, hay poca tolerancia ante los casos de "accidente fatales" porque el servicio ferroviario funciona tan mal que la gente muchas veces no le cree a la empresa cuando ofrece esta explicación.

Volvamos a lo que decía más arriba. Uno acostumbra a no culpar al concesionario por estos casos puntuales porque nadie puede prever un suicidio, por ejemplo. Pero si éste no fuera el caso y se trató de un accidente, sería bueno saber qué lo motivó. ¿Fue negligencia del peatón y/o usuario y/o automovilista? ¿o fue por negligencia del concesionario?...¿o por ambas cosas?...Veamos unos ejemplos relativamente recientes, que pude presenciar personalmente:

* El lunes 18 del corriente, al mediodía del feriado, la barrera de Adrogué (sobre la calle Seguí) no funcionaba. Permanecían bajas y con la campana sonando (acotemos que es automática, no hay banderillero). Dos señores –que no eran de la empresa- de gauchada a los automovilistas, nada más, levantaban con sus manos la barrera para que estos pasen. Lo hicieron por espacio de unos minutos, luego se fueron. La cuestión era: si un automovilista –o peatón, ¿por qué no?- sabiendo que la misma fallaba cruzaba algo confiado y realmente venía el tren ¿qué pasaba?... “accidente fatal” ¿pero de quién era la responsabilidad?...


* Lomas de Zamora, en el andén que se detiene el tren vía a Plaza, un chico de guardapolvo y mochila iba caminando y se tropezó porque la junta de las plataformas están a diferente nivel. Por suerte, no cayó a las vías. ¿Si hubiera ocurrido?.. “accidente fatal”. Esto es muy serio, aunque parezca una pavada tropezarse, en este caso es de alto riesgo. En todas las estaciones no está mantenido como debiera ser el piso de las plataformas.


* Hace unos meses atrás, por la tarde-noche de un día de semana, regresaba a casa en la formación diesel que va a Bosques, vía Temperley. El tren salió con 20 minutos de demora. Una vez en marcha, alcanzó una velocidad considerable. No disminuía la velocidad cuando pasaba por las estaciones, como normalmente lo hace. Pasamos la estación de Lómas y el tren comenzó a tocar bocina insistentemente, y a disminuir su alta velocidad. Supuse que era porque estábamos llegando a Temperley. De pronto, el tren se detiene. No se escuché ruido alguno a no ser el chillido de los frenos. Me asomo por una ventana (la que da a la vía) y veo que un caudal de pasajeros se arrojaba desesperados del vagón de adelante. Simultáneamente se empezó a escuchar un soplido fuerte y constante. Como un escape de gas. Alguien en mi vagón dijo: ¡agarró un auto!...Y el pánico cundió. Las dos salidas quedaron chiquitas ante la desesperación de los pasajeros por bajar, algunos intentaban hacerlo por las ventanas. Con otra persona tratamos de pedir calma y orden para el descenso (no se de dónde saqué la tranquilidad, supongo de la resignación que por esa puerta, si no nos ordenábamos, no íbamos a poder bajar). La mayoría descendió hacia el lado de las vías. Quién suscribe, viendo que estábamos en un paso a nivel, bajé hacia el lado de la calle. Por milagro, no hubo víctimas fatales. Solo algunos heridos y asustados. El chofer del auto –un enlatado Duna con GNC, de ahí el ruido que escuchábamos- alcanzó a descender ante la inminente colisión. Luego, más tranquilo me pregunté: ¿qué hubiera pasado si en ese momento hubiera pasado una formación en sentido contrario?, hacía tan solo un par de minutos que uno nos había cruzado...¿o un eléctrico?...se llevaba por delante a la gente que intentaba escapar del vagón. ¿o que hubiera pasado si el auto explotaba?...fuego e incendio. ¿Y los extinguidores del vagón?. ¿Las puertas son las únicas salidas de emergencia que tiene el tren?. Con toda honestidad, les confieso, que éstas quedaron demasiado pequeñas ante esta circunstancia. ¿Y si no abrían las puertas?..porque es normal que éstas se encuentre trabadas. En resumen: “accidente fatal”. (Fijense como queda un tren incendiado http://www.latinrieles.net/portal/modules.php?name=News&file=article&sid=3726&mode=thread&order=0&thold=0)


* ¿Qué ocurre si un día –u otra vez, porque ya ha ocurrido- un pasajero que viaja en el estribo del tren se cae a las vías?... “accidente fatal”. Pero ¿no tiene responsabilidad quién ofrece el servicio?. Si bien en estos casos dónde el usuario arriesga su vida por propia voluntad (porque parece que hay gente a quienes les encanta viajar en los estribos con todos los riesgos que ello implica) igualmente la empresa tiene responsabilidad por permitirlo.

(Seguramente hay muchos otros casos que diariamente vemos y/o vivimos. Los invito a plasmarlos en los comentarios).

Otras veces, las explicaciones no se ajustan a un accidente sino a problemas diversos. Por problemas ajenos a la empresa el servicio de trenes no funciona, anuncian. Pero nunca sabemos con certeza toda la verdad. ¿A veces no hay forma de colaborar con el usuario ante dicha dificultad?. Veamos un ejemplo reciente:

Viernes 22 de junio. Glew. A partir de las 21.00 horas. Un grupo de vecinos de los barrios Canmar y Gendarmeria hartos de sufrir cortes de luz por la noche durante las dos semanas previas, decidieron quejarse a EDESUR. No tuvieron resultados. Entonces, decidieron llamar la atención de una forma más drástica aunque pacífica. Hicieron un piquete en el paso a nivel de Glew. De esta forma, el servicio quedó interrumpido. Y devino el caos. Los trenes vía Glew/Alejandro Korn, llegaban hasta Temperley, nada más. Después, que los usuarios se las arreglen para seguir…porque, claro, eran problemas ajenos a la empresa (1).

Según señalaron algunos pasajeros la empresa no brindaba demasiada información y si lo hacía era confusa (no es de extrañar). No tenían certeza dónde era el problema, se hablaba de Burzaco, Longchamps o, generalizaban, diciendo entre Burzaco y Glew. Lo cierto fue que el problema era únicamente en Glew y el servicio llegaba hasta Temperley (cuatro estaciones antes). Lo que cabe preguntarse: ¿No podía Metropolitano extender el servicio hasta Longchamps?. De esta forma, podía colaborar con los pasajeros acercándolo un poco más a destino. Pero no lo hizo, amparándose en un problema ajeno a la empresa. Eso es lo que molesta. La falta de alternativas que debiera ofrecer todo servicio. Sabemos el final de esa noche. En Temperley, usuarios furiosos por la interrupción (no creyendo en lo que la empresa afirmaba) y seguramente ante la inacción de la misma, quemaron un tren. Y otra vez, lo afectado fue un patrimonio del estado, por consiguiente, de todos.

El pésimo estado de conservación del servicio ferroviario ha llegado a un punto, que la empresa concesionaria no tiene capacidad para ofrecer planes de contingencia para situaciones que llevan a la suspensión de un servicio. Cuando lo normal seria que fuera una obligación. Y si la tiene (los ejemplos demuestran que no es mucha) tampoco se observa mucha voluntad que digamos, para llevarla a cabo.

Desde hace años no hay inversiones genuinas para el mejoramiento y crecimiento del servicio (globalmente hablando), ocurre todo lo contrario; y por ello la responsabilidad es compartida: buena parte le cabe a las concesionarias de los servicios pero fundamentalmente al Estado por no controlar y sancionar como corresponde.


Juan Pablo Gómez


(1) Así lo informa el diario Clarín: "El problema se inició por una protesta de un grupo de gente de un asentamiento que queda a 40 cuadras de Glew. Como tenían la luz cortada, decidieron hacer un piquete en las vías. Así lo denunciamos a la Policía ", dijo Fernando Jantus, portavoz de Metropolitano, la empresa concesionaria saliente. (http://www.clarin. com/diario/ 2007/06/22/ um/m-01443190. htm).
Primero, no son gente de un asentamiento, (y si lo fueran tampoco merecen lo que están viviendo esos barrios), son gente humilde, trabajadora que pagaron por sus terrenos dónde viven, que los que pueden pagan sus impuestos y ¡PAGAN, COMO TODOS, EL SERVICIO DE LUZ!...pero desde hacía dos semanas que en el mismo sector (grande, por cierto) cortaban la luz a partir de las 19 o 20 horas aproximadamente y no volvía hasta el otro día. Es decir, ¡toda la noche sin luz!...sin forma de calefaccionarse (a no ser quién tengan estufa a gas pero son pocos los casos) dónde en su gran mayoría tienen estufas eléctricas. Entonces, deben recurrir a las viejas formas de hacerlo (calentadores con carbón, por ejemplo) con los altos riesgos de incendios o muertes por intoxicación. Pero claro, ¿a quién le importa esa gente?..."los asentados", los que viven "a 40 cuadras de la estación".¿Pero lo son?...¿son culpables los que hace dos semanas no tienen un servicio durante 10 horas (y de noche, cuando más lo necesitan) tan indispensable como la luz?...y que pagan por ese servicio!!!!. Si cumplieras, EDESUR, no tendrías la necesidad de tapar tu fachada con chapa como están tus oficinas en Glew. Y si bien en un país como debería ser, no es justo por una negligencia de una empresa dejar a la gente sin otro servicio vital como son los trenes...Pero aquí, nadie escucha a nadie. Los que deben ofrecer un servicio por el que cobran no lo hacen como corresponde. Los que deben dar respuestas y soluciones no la dan. Los que deben controlar no lo hacen por consiguiente las empresas que deben ser sancionadas, no lo son. Entonces, ¿que camino les queda a quienes no son escuchados y tenidos en consideración? ...


Comentarios

Entradas populares de este blog

(Burzaco) Rotonda "El Vapor": De nombres, palmeras y helicópteros.

¿ Sabía usted por qué le dicen "El Vapor"?. La licenciada Silvana Rodriguez (citada también en otras entradas anteriores ) nos trae la respuesta: El cruce de las actuales Avenidas Espora y Moteverde, conocido como “Rotonda El Vapor”, tiene una historia interesante. Este cruce es conocido desde principios del siglo XIX, ya que se trata de los caminos más antiguos que tenemos. En ese entonces una de las industrias más importantes eran las graserías, donde se manofacturaba parte del ganado que se carneaba en las estancias mucho más al sur; estas graserías eran conocidas como “vapores”, por las emanaciones de sus chimeneas. Así a principios de 1800 una grasería se instala en las inmediaciones de este cruce y con el tiempo se empezó a conocer como cruce del “vapor”, actualmente “Rotonda El Vapor”. A principios del siglo XX se confunde este nombre, la grasería ya no existía, con El Vapor de la Carrera, barco que cruzaba el Río de la Plata uniendo la ciudad de Buenos Aires con Colo

De golosinas y kioscos de nuestra infancia. Con nostalgia y un poco de humor (Parte I).

Si hay algo que uno recuerda con cierta añoranza son los kioscos de nuestra infancia. Aquellos lugares especiales donde uno entraba, y deseaba todo lo que en él había. Lógicamente del deseo al hecho había mucho trecho…Y eso estaba directamente relacionado a la posibilidad –generalmente económica- de compra de nuestros padres; algo que uno de niño no entendía, pero la vida te lo va enseñando a la fuerza… Por lo cual había golosinas que se convertían en deseos permanentes y hasta, a veces, incumplidos. ¿Quién no se ha sacado el gusto, ya de grande, de probar esa golosina de la que fuimos privados en nuestra infancia?, los motivos podían ser muchos, pero generalmente prevalecían dos: porque nos podían hacer mal o porque era cara. A veces la primera servía de excusa para no amargarnos con la segunda. Pero de adultos, al re-descubrir esa golosina en el kiosco, no podemos excusarnos y concretamos ese viejo anhelo. Pequeños placeres, que le llaman. Y si hay algo que podemos afirmar es que,

Mis vecinos están de fiesta...

Y cuando ellos festejan algo, sabemos muy bien lo que va a pasar. De hecho, está pasando en este preciso momento; en la casa contigua. Sus vecinos, o sea nosotros y, me arriesgaría a decir toda la manzana, estamos escuchando su música a todo volumen. Y para colmo de males… cumbia. Cumbia y gritos. Porque también acostumbran acompañar la “melodía” con gritos, gritos de alcohol, supongo. De cerveza o vino, da igual. Acaban de escucharse dos alaridos seguidos. Y los enganchados de cumbia que no paran ni un minuto…este ritmo tan pegadizo…porque te pega en el marote como un martillo. Digo, me pregunto, ¿ por qué no se quedará afónico mi vecino? Corrección, ¿por qué no se quedará afónico mi vecino y el que lo acompaña en su grito?, hacen un duo. Dos, a falta de uno. Pero esto recién empieza. Este coctel explosivo (para las cabezas de sus vecinos) de cumbia, gritos y vaya a saber que más durará toda la noche. Hasta las 8 am aproximadamente. Si, si….son de larga duración. Y al final vendrá la